REFLEXIONES SOBRE LA EUTANASIA DESDE LA ANTROPOLOGÍA

El pasado 23 de mayo, Arakadia retó al público del café tertulia a enfrentarse a un monstruo entre los monstruos más temibles y temidos, la muerte. La eutanasia como forma de planificar tu propio proceso mortal, no deja de provocar grandes interrogantes. Contamos con la presencia del presidente de la Asociación “Derecho a Morir Dignamente” de Navarra, Manuel Eciolaza. Aunque la eutanasia fue la gran protagonista de la jornada, la antropología se abrió camino para explicar los cambios los cambios en las actividades en torno a los procesos de enfermedad y de morir.

Para las personas que acudimos, la eutanasia reconocida y legitimada dentro del marco legal del Estado español, nos parece un gran avance social. Como organismos vivos, como individuos humanos, no sólo tenemos la responsabilidad de labrarnos y desarrollar un proyecto vital (actividades, ontologías que den sentido a nuestro propio ser, reproducción….). Es nuestra responsabilidad, garantizarnos un proyecto lo menos impactante y doloroso no sólo para nosotras, como seres humanos, sino para facilitar ese proceso de enfermedad a aquellos seres queridos que nos rodean.

Se reconocieron ciertas dudas en su aplicación debidas a lo inclusiva que es la LORE. Se sintió una especie de inconsistencia respecto a las personas que puedan requerir de este servicio desde la salud mental. Sobre la salud física hay parámetros para valorarla, pero parece complicado hacerlo de la misma manera sobre el sufrimiento mental. Se plantean situaciones de personas mayores “cansadas de vivir” y con ganas de morir. Se habla sobre las leyes suizas y el suicidio asistido, que no es lo mismo que la eutanasia.

El testamento vital es un avance al dejar por escrito qué medidas sanitarias se nos pueden aplicar en diferentes contextos de enfermedad, en la que el firmante, como paciente, no esté consciente o con las capacidades mentales estables como para decidir por sí mismo. Pero nos genera la duda de si pueden estar registradas todas las posibles medicalizaciones posibles en un ilimitado contexto de enfermedad. Por otro lado, el paciente escribe en el testamento vital qué desea y qué no, tratando de ponerse en vida, en todas las posibles situaciones dificultosas que puedan acarrear un sinfín de enfermedades. Es decir, la eutanasia recoge medidas preventivas para evitar prácticas posibles como encarnizamiento terapéutico o que la familia decida qué medios farmacológicos y tecnológicos sean aplicados para asegurar la vida del paciente, aun este negándose en caso de haber estado consciente.

En los dos grupos de debate que participaron en la tertulia, se expuso aquello que cada persona pensaba y/o creía sobre la eutanasia y sus experiencias personales a la hora de firmar el llamado testamento vital. Vemos que es un paso sencillo, pero falta bastante información para hacerlo.

Se debatió la importancia de las creencias y de la cultura que tiene cada persona a la hora de abordar el proceso de la muerte. Son muchas las maneras de enfocar ese proceso y todas deben de ser respetadas. Se cuentan casos que cada uno conoce y cómo han sido tratados.

Es importante hablar con normalidad de la muerte, de su proceso, del duelo, etc. Vemos como en nuestra sociedad se oculta la muerte cuando es de vital importancia para poder aceptarla con naturalidad en un proceso que tarde o temprano se va a presentar.

Tratamos la relación médica-paciente. La eutanasia es una voluntad preventiva. En este sentido, la relación médico–paciente se transforma, es menos jerarquizada y más horizontal, en tanto que, el conocimiento sobre salud, medicalizaciones y enfermedades está más extendido y normalizados entre la sociedad. Por lo que un individuo que medita y reflexiona, tratando de planificar algo inevitable, como es la muerte, al igual que planifica la repartición de los bienes inmuebles y su herencia, está lo suficientemente capacitado para establecer un diálogo que sea continuado, de forma dialogante entre médico y paciente, y no unilateral en las decisiones que repercuten sobre el paciente. En este sentido, se promueve o se considera en cómo el código deontológico, el hipocrático, y la propia disciplina médica y aquellas que tienen que ver con el cuidado de la salud en la enfermedad, requerirían de una revisión, en tanto que, al igual que la propia Constitución española, lo más importante del Estado, al igual que el médico, es tratar de preservar la vida de todo individuo/ ciudadano.

Deja un comentario