El pasado 23 de febrero contamos con la presencia de la periodista Isa Egiguren y con la mediadora intercultural Fátima Djarra Sani, referente en la lucha contra la mutilación genital femenina (MGF).
Nos hablaron de su viaje a Guinea Bissau, país de dos millones de habitantes, y uno de los más emprobrecidos del mundo, con una gran inestabilidad política, y donde la educación es prácticamente privada.
Isa y Fátima acudieron a Gabú, al este del país, donde se presentó el diagnóstico sobre la situación de la MGF y los matrimonios forzados realizado por la asociación Dunia Musso en esta región. Según los datos de este estudio realizado puerta a puerta a más de 800 personas, una de cada dos mujeres de 15 a 49 años ha declarado haber sido sometida a algún tipo de MGF. Esta práctica se realiza entre los 4 y 5 años, aunque se está adelantando a los 2 años porque pasa más desapercibida. En este sentido, los casos de mutilación aumentan cuanto menor es el nivel de escolarización, aseguran. Y en las zonas más pobres de este país, el 90% son analfabetas y solo el 20% de las niñas termina la educación secundaria.
Realizaron sesiones de sensibilización en los que participaron las autoridades de la población que mostraron su apoyo a la erradicación de la ablación, una práctica que está castigada desde 2011 por ley, aunque siga practicándose en la actualidad.
El equipo de Dunia Musso imparte en Bissau formación sobre perspectiva de género, realizan charlas con estudiantes de enfermería sobre derechos sexuales y reproductivos, sobre la importancia del consentimiento, sobre la utilización de anticonceptivos o del riesgo de contraer enfermedades de transmisión.
Uno de los proyectos más importantes de esta organización es la escolarización de 20 niñas que provienen de barrios desfavorecidos con familias con escasos recursos. Estas niñas, cuyas edades van desde los 4 años a los 16 y a cuyos progenitores se les exige que no estén mutiladas, estudian, reciben apoyo académico, seguimiento socio-educativo, pero, sobre todo, se les ofrece un espacio seguro donde también se cubren sus necesidades básicas, pues tienen asegurada la comida diaria. Cuando pasan a ser adultas se convierten en agentes de cambio. Son las encargadas de contar, casa por casa, la brutal violencia contra las mujeres que supone la mutilación genital femenina y las graves consecuencias para su salud.
La mutilación genital femenina se practica principalmente en 29 países de África y de Oriente Medio, pero es un problema universal y se realiza en algunos países de Asia y América Latina. Además persiste también en las poblaciones emigrantes que viven en Europa Occidental, Norte América, Australia y Nueva Zelanda.
La educación y la sensibilización son claves para la lucha contra esta práctica que como rito de paso está muy arraigada en las comunidades donde se practica. También se contempla la posibilidad de introducir algún ritual alternativo en el que se garantice la transmisión cultural y la aceptación social sin necesidad de practicar la mutilación genital. Artículo relacionado